A la vista de las imágenes de estos últimos días en donde podemos ver con horror cómo Putin está bombardeando la capital de Ucrania, el titular de este artículo, Putin ya perdió esta guerra, podría parecer una broma o una provocación para atraer la atención del lector.
Justo ahora que las tropas están a punto de tomar la capital de Ucrania, Kiev, parece una auténtica locura querer sostener la tesis de mi artículo. Sin embargo, a veces, para poder evaluar una situación, y máxime en una guerra, tenemos que saber cuáles son realmente los objetivos de los contendientes.
Es sabido que Vladimir Putin desde hace tiempo quiere desestabilizar a la Unión Europea. Lo ha venido haciendo a través de intervenciones con hackers para alterar los resultados de algunas elecciones occidentales. Lo ha intentado hacer en España apoyando a los partidos y a los movimientos independentistas catalanes.
Es evidente que desde la caída del Muro de Berlín, y la consecuente desintegración de la Unión de Repúblicas Socialista, Rusia se ha ido debilitando y perdiendo una parte muy importante de influencia que tenía en el Este de Europa y en el mundo.
Algunos países de la antigua URSS o que estaban bajo la órbita soviética, como, por ejemplo, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Lituania, Letonia, Estonia, República Checa y Rumania se han ido incorporando a la Unión Europea, y algunos de ellos incluso a la OTAN.
Ese movimiento en el tablero del ajedrez nunca le gustó a Putin y sus compinches, que han ido moviendo fichas en estos últimos 20 años para desestabilizar a Europa en todo lo posible.
La guerra de Georgia en 2008 significó un nuevo rumbo en la política exterior rusa. El siguiente zarpazo de Putin fue en el año 2014, cuando se apoderó de Crimea con la total pasividad de Occidente.
Probablemente las señales de debilidad que Occidente estaba dando, tanto con la huída escandalosa y desorganizada de las tropas americanas en Afganistán, como con la indiferencia de la invasión de Georgia y Crimea, hicieron pensar a Putin y sus compinches que podrían fácilmente hacerse también con Ucrania o, al menos, con las provincias de Donetsk y Lugansk, dominadas ya en parte por algunas fuerzas independentistas prorusas.
La intención de los invasores era, sin duda, intentar debilitar una vez más a la Unión Europea, creando una división entre los miembros de la misma.
La estrategia militar, y la de Putin, era conquistar en poco tiempo las provincias teóricamente independentistas de Donetsk y Lugansk, para inmediatamente tomar la capital de Kiev, y forzar la rendición de las tropas ucranianas, dando paso a la destitución del Gobierno con el presidente del mismo al frente.
Ante la superioridad de las fuerzas militares rusas hubo algunas proposiciones consideradas como “sensatas”, tanto por parte de Estados Unidos como de algunos países de la OTAN y de la Unión Europea, que intentaron forzar un exilio dorado para el presidente de Ucrania, ofreciéndole sacarle del país.
Si Zelenski hubiera accedido a esta propuesta, lo más seguro es que a estas horas Ucrania ya estaría anexionada a Rusia, bajo la bota de Putin y, una vez más, Occidente habría dado muestras de su debilidad ante Rusia.
No obstante, el enérgico rechazo de Zelenski a esta propuesta hizo que, poco a poco, se fuera convirtiendo en un auténtico líder de la resistencia ucraniana, motivando a que tanto el ejército como el pueblo, lo tomaran como el auténtico banderín moral de esta guerra absolutamente desproporcionada.
Con el paso del tiempo la resistencia ucraniana se hizo cada vez más fuerte y más heroica y fue desmoronando los planes de Putin y de sus secuaces.
Por otro lado, las imágenes cada vez más crueles de los bombardeos y, lo que es peor, de la matanza de la población civil y de los atentados contra colegios y hospitales, fue suscitando un movimiento de solidaridad y de empatía de una parte muy importante de la opinión pública occidental hacia el pueblo ucraniano y la heroica resistencia de su líder, Zelenski.
El hecho de ser una guerra prácticamente retrasmitida en directo, a través de los medios de comunicación y de las Redes Sociales, contribuyó poderosamente a que la opinión pública pueda tener un cuadro bien real de las macabras intenciones de Putin, y de sus brutales métodos para conseguir sus objetivos.
Ante este cuadro, la Unión Europea no podía dar la espalda a Ucrania y empezó aplicando algunas tímidas medidas con sanciones económicas a Rusia que, con el paso del tiempo, se tuvieron que multiplicar a la vista de los crímenes de guerra que Putin estaba cometiendo con la población ucraniana.
Las apariciones constantes del presidente ucraniano, casi que a pecho descubierto, irritaban profundamente a Putin pero aumentaba la moral del ejército y del pueblo ucraniano. Y fue precisamente en este punto donde Ucrania empezó a ganar la guerra, aunque todavía pueda perder algunas batallas.
Efectivamente, el ejército ruso, formado en su mayoría por jóvenes de no más de 20 años, enviados a una “misión especial”, sin saber bien en qué consistía, empezó a desmoralizarse y a mostrar las enormes debilidades logísticas y estratégicas.
Cada día que pasa en esta guerra sin sentido es un problema para las tropas rusas y para el mismo Putin y un día más de heroica resistencia y de victoria moral del pueblo ucraniano.
No sabemos lo que pasará en los próximos días. Probablemente, Putin desesperado y aislado de la Comunidad Internacional y, lo más importante, rechazado por la gran mayoría de la opinión pública mundial, se encuentre más acorralado y tentado en hacer una locura, que esperamos que no sea la de acudir al uso de las armas nucleares, lo que podría provocar una Tercera Guerra Mundial.
De momento, lo que sí estamos seguros es que seguirá machacando con bombas y misiles a la capital de Ucrania, como ya ha hecho con otras ciudades importantes de ese país, matando a la población civil.
Pero, a un país no se le conquista con bombas y a punta de metralleta. Por eso afirmamos que Putin ya perdió esta guerra. En el caso de que logren entrar en Kiev y dominar la ciudad, eso no significa en que la población civil y el ejército se vayan a rendir a los pies de Putin. Quien piense eso no conoce al pueblo ucraniano, y es bien sabido que no están dispuestos a dejarse dominar bajo el yugo comunista, como ya estuvo en épocas pasadas, causando incluso la muerte de más de 4 millones de ucranianos.
El éxodo de casi tres millones de ucranianos hacia Europa -y se prevé que lleguen hasta 6 millones- no hace sino reforzar cada día que pasa a un mayor sentimiento de apoyo y solidaridad hacia ese pueblo heroico, que no está dispuesto a ceder. Así lo demuestran, entre otras cosas, el apoyo y la excelente acogida que están recibiendo los refugiados ucranianos entre los países fronterizos, con Polonia a la cabeza.
España no es menos en esta ola de solidaridad humana y ya está acogiendo a muchos mujeres y niños ucranianos. Ejemplos de españoles que atraviesan más de 3.000 kilómetros para ir a la frontera de Polonia con Ucrania y llevar alimentos o recoger a niños y sus madres para acogerlos en España es una muestra que todos hemos podido ver en la televisión y en las Redes Sociales.
Para terminar este artículo diré que una cosa es invadir un país y otra es conquistarlo. Es más, Putin y su ejército podrán hasta conquistar, desde el punto de vista militar, las principales ciudad de Ucrania, incluida la capital, pero lo que es seguro es que nunca conquistarán el corazón de los ucranianos y, a fecha de hoy, ni siquiera el de la mayoría de la opinión pública mundial.
Por lo tanto, creo que podemos decir que Putin ya perdió este guerra, pues se encuentra más aislado que nunca y, para mayor desesperación suya, está logrando justamente lo contrario de lo que se proponía; esto es, unir a la Unión Europea, darle un mayor sentido a la OTAN y recibir el rechazo de la mayoría de los países del mundo.